Salud

Más Grande que La Muerte

El sacrificio de una familia por la salud de sus hijos todavía tiene obstáculos.

Marbis Judith Verenzuela, de 53 años, sabía que tenía que regresar. Su hija mayor, Jorlis, aún estaba en Venezuela. Así que el diciembre pasado, regresó de Colombia para salvar a su familia.

Jorlis, de 29 años, tuvo una operación para extirpar un tumor cerebral en el 2012 y aún sufre de efectos secundarios. Había tenido convulsiones por 30 días porque no podía conseguir la medicina que necesitaba para controlarlas, y se encontraba interna en un hospital en Maracay. No reconocía a sus propias hijas.

Marbis Judith no sabía lo mal que estaba su hija sino hasta llegar a Maracay.

“Le decían que yo estaba bien, que me sentía mal, pero no tanto así,” dijo Jorlis.

Aún así, madre e hija sabían que tenían que hacer el viaje a Colombia, donde habrían esperanzas de mejor cuidado médico. Se subieron a un autobús para ir a Cúcuta, donde miles de venezolanos cruzan la frontera a diario.

Cuando la familia llegó al puente internacional Simón Bolívar — la línea fronteriza entre el mundo que conocían y un mundo nuevo — Jorlis colapsó.

“Pensé que iba a perder a mi hija en ese momento,” dijo Marbis Judith. “Pensé que Jorlis se podía hasta morir.”

Dos agentes de inmigración colombianos gritaron para que alguien les trajera una silla de ruedas. Dejaron que la familia cruzara a Colombia aunque no tuviesen papeles. Marbis Judith tomó de la mano a sus nietos y cruzó el puente corriendo a la clínica de la Cruz Roja en Cúcuta.

Allí Jorlis recibió medicamentos y tratamiento para que pudiera viajar a Medellín. Ahora vive con su esposo, sus hijos, Marbis Judith, su hermana menor y sus dos sobrinas en un apartamento de dos habitaciones en Medellín. Jorlis dice que sus hijos le recuerdan que se tome sus medicinas todas las mañanas.

A pesar de las dificultades para irse a Colombia, la familia sintió que no tenía otra opción. Cuando la economía venezolana colapsó en el 2014, también colapsó el sistema de salud. Y muchos doctores se fueron del país a buscar trabajo en otros sitios. Los anaqueles que alguna vez estuvieron abastecidos de medicina se encontraban vacíos. En marzo, los apagones a nivel nacional causaron cerca de 70 muertes, ya que la pérdida de electricidad afectó miles de hogares y hospitales por varios días.

Marbis Judith y su familia habían oído que Medellín tenía buenos doctores que podrían ayudarles. Con cuatro miembros de la familia con enfermedades crónicas, sintieron que ésta era su única opción. Se unieron a más de un millón de venezolanos expatriados en Colombia, y pasaron a formar parte de los 80.380 inmigrantes indocumentados, según el Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia.

Nueva Normalidad

“En esa Venezuela — donde era tan rica — ¿mueren niños por falta de medicina?” dijo la hermana de Jorlis, Marbis Georgina, que tiene 28 años. “¿Cómo es que tu llegas a un hospital y no tienen alcohol? Eso es algo básico que deberían tener en un hospital. ¿Un algodón? Es sorprendente.”

La familia se estableció en nuevo hogar en el centro de Medellín, el cual pudieron amoblar gracias a la ayuda del inquilino anterior. Lo único que trajeron consigo fue esperanza. En su nuevo hogar, siempre los acompaña el bullicio del valle de Aburrá.

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Judy se duerme en las piernas de su mamá mientras las hermanas hablan. Judy es llamada así por su abuela, ya que Marbis Judith tenía cáncer cuando ella nació

No sólo los problemas de salud de Jorlis los alentaron a irse de Venezuela. A Judy, la hija menor de Marbis Georgina, le salió un tumor en el labio superior derecho a los 15 días de nacida. Le salió a los 15 días de nacer, y ha tomado medicamentos desde entonces para tratarlo. La pequeña, de 2 años, se duerme en las piernas de su madre, apoyando la cabeza en la mesa del comedor. Su tumor requiere tratamientos quincenales, idealmente con láser. En Venezuela, la única opción era viajar siete horas a Caracas para recibir un tratamiento con nitrógeno, cuyo precio fluctuaba cada dos horas.

Eventualmente, los doctores le ofrecieron a Marbis Georgina como alternativa realizar tres operaciones para quitarle el tumor a Judy y reconstruirle el labio. Cada cirugía costaría USD $1.500.

Como la inflación en Venezuela aumenta severamente a diario, Marbis Georgina decidió mudarse a Medellín con sus hijas.

Tener éxito en Medellín no ha sido fácil. La familia lucha para pagar los tratamientos médicos. En una ocasión, Judy perdió un tratamiento láser para su tumor por falta de fondos.

“Es frustrante,” dijo Marbis Georgina. “Yo me vine con la esperanza de volver a mi país, con mi hija sana.”

Algunos vecinos colombianos han tratado de ayudar a la familia en lo posible. Entre ellos, Alba Luz Bélez le ha comprado ropa a los niños. Otros ayudan a comprar medicinas. Pero muchos colombianos no tienen cómo ayudar.

“Papá y mamá ganan el mínimo y tienen que sostener con el mínimo y pagar arriendo y comida,” dijo Bélez sobre los colombianos que no pueden ayudar. “No pueden, aunque tengan hermosos corazones y ganas de ayudar a la gente.”

En la cocina de la familia Verenzuela quedan los restos de la cena. Hay ollas y tazones secándose y plátanos, picados por la mitad, sobre el mesón. El día anterior, prepararon bollitos venezolanos, un tipo de tamal de maíz relleno de carne.

La familia vende comida en Parque Bolívar todos los días. Venden los bollitos a $1.000 pesos colombianos, aproximadamente 33 centavos de dólar. La familia de ocho depende de estas ventas diarias para pagar renta, comida y medicina.

“No hay momento que tu digas, ‘me voy a tomar dos horas de descanso,’” dijo Marbis Georgina. “Aquí se trabaja todos los días porque el arriendo no para. Los gastos no paran. Las facturas llegan.”

La familia trabaja junta para sobrevivir. Mientras Marbis Judith y Marbis Georgina venden en el parque, Jorlis cuida a los niños.

Venezuelans in Medellín, Colombia

Marbis Georgina Verenzuela lleva a su hija Judy a una clínica en Medellín para averiguar sobre opciones para tratar su tumor. Judy usa una máscara quirúrgica porque estuvo enferma esa semana y para protegerla de la contaminación de la ciudad.

“Hemos estado como familia en estos tiempos difíciles,” dijo Marbis Georgina.

El esposo y el hijo de Marbis Judith son los únicos miembros de la familia que aún viven en Calabozo, Venezuela. Marbis Georgina dice que es difícil porque es la primera vez en su vida que ha estado separada de su hermano.

La familia se mantiene unida gracias a los esfuerzos de Marbis Judith. Marbis Georgina dice que su madre los ha apoyado durante el traslado a Colombia, los problemas de salud y el día a día. Incluso cuando ella tuvo problemas de salud propios.

“Estoy escapando por mi vida,” dijo Marbis Judith. “Escapando por mi vida y la de mi nieta, la de mi familia. Porque soy abuela de cuatro niños. Y eso para mí… me sustenta. Eso me levantó quizás de la misma muerte.”

Sin Acceso

Los políticos venezolanos habían prometido acceso universal a la atención médica pública. Pero al colapsar el chavismo, también colapsó el sistema médico. Muchos venezolanos se han ido a otros países a buscar atención médica. Para aquellos demasiado enfermos para viajar, muchas veces sus familiares viajan a Colombia a comprar medicinas e insumos.

Colombia tiene sistemas de salud tanto público como privado, parecido al sistema híbrido estadounidense. El sistema privado es más eficiente y brinda atención de mejor calidad. El sistema público es gratis, pero tiene largos tiempos de espera, según Toni Vitola, un representante de ColVenz, un grupo sin fines de lucro en Medellín que trabaja con las Naciones Unidas y otras ONGs para asegurarse de que los venezolanos estén al tanto de los recursos disponibles en su nuevo hogar.

El Sistema de Salud Colombiano

Análisis de opciones de cobertura

Conforme a la ley Colombiana, cada residente documentado debe tener cobertura básica médica, dental y visual. Aquellos que pueden pagar el costo mínimo del régimen contributivo deben comprarlo, mientras que aquellos que no pueden pagarlo pueden solicitar cobertura médica subsidiada por el gobierno sin gasto.
Pase sobre las cartas para aprender más.
RÉGIMEN SUBSIDIADO
RÉGIMEN SUBSIDIADO
COBERTURA BASICA
basic-medical
Medica Basica
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Dental Basica
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Vision Basica

GRATIS
para residentes que califican*

MÁS INFORMACIÓN

El Sistema de Selección de Beneficiarios Para Programas Sociales (Sisbén) asigna a los residentes Colombianos a programas sociales y de salud gratuitos subsidiados por el gobierno, según a la necesidad de cada residente.

Los residentes que califican son elegibles para recibir cobertura médica básica gratuita a través de contratos gubernamentales con compañías de seguros médico. La mayoría de los subsidios son recibidos por Colombianos en pobreza, pero una gran afluencia de inmigrantes Venezolanos documentados ha puesto a prueba un sistema que ya tenía dificultades.

Al igual que la familia Verenzuela, una gran mayoría de inmigrantes Venezolanos no tienen cómo pagar el costo de seguro privado y muchos enfrentan el desafío adicional de ser indocumentados e inelegibles para la cobertura gratuita del Sisbén. Para ser considerados para el Sisbén, se les debe emitir un Permiso Especial de Permanencia (PEP).

RÉGIMEN CONTRIBUTIVO
RÉGIMEN CONTRIBUTIVO
COBERTURA BASICA
basic-medical
Medica Basica
basic-dental
Dental Basica
basic-vision
Vision Basica
COBERTURA ADICIONAL - opcional
complementary-plan
Plan Complementario
prepaid-medicine
Medicina Prepagada

A partir del 12.5%
del ingreso bruto mensual

MÁS INFORMACIÓN

El Superintendente Nacional de Salud del gobierno Colombiano selecciona y reconoce a las compañías privadas de seguros médicos elegibles basado en sus fondos de capital y las opciones de cobertura para participar en el régimen contributivo. Estas aseguradoras reconocidas se llaman Entidades Promotoras de Salud (EPS) y pueden vender paquetes de atención médica básica y paquetes adicionales al público.

Un plan de cobertura básico a través de un EPS tiene un precio mínimo definido por el gobierno de 12.5% ​​del ingreso bruto mensual. Aunque la mayoría de la población Colombiana se afilia con la opción de cobertura básica, la mayoría de las EPS ofrecen cobertura adicional y acceso prioritario a la atención a un costo mayor.

Aquellos que pueden pagar las primas más altas tienen la opción de comprar un plan complementario. Esto les da acceso a citas con especialistas sin una referencia, junto con otros beneficios de acceso prioritarios. La mayoría de los EPS también ofrecen planes de medicina prepagada con primas aún más altas que vienen con acceso a la máxima prioridad de atención médica y servicios disponibles en Colombia.

Con la entrada de tantos inmigrantes venezolanos al país, el gobierno colombiano decidió crear un nuevo permiso de trabajo. Introdujeron El Permiso Especial de Permanencia (PEP) en Agosto del 2017, con el cual los venezolanos pueden trabajar legalmente y recibir beneficios del gobierno por un máximo de dos años. Los portadores del PEP tienen acceso al sistema médico público de Colombia.

Después de tres tandas de solicitudes del PEP, se registraron un total de 415.298 venezolanos para recibir beneficios, según la Cancillería de Colombia.

La hija de mayor Marbis Georgina, Alma, es epiléptica. Como son indocumentados, no califican para sacar el PEP hasta que no tengan pasaportes sellados. Y como la familia no tiene acceso al sistema de salud público, la única opción que les queda es el costoso sistema privado.

La crisis de salud en Venezuela también ha afectado a los doctores, los cuales se han ido a otros países a buscar mejores oportunidades económicas. Uno de ellos es Jorge Orozco, un internista de 40 años que vive en Medellín.

“Yo no vine a Colombia para hacerme rica ni nada. Yo solo vine a buscar la salud de ellas.”

Marbis Georgina, 28, hija menor de Marbis Judith y madre de Judy

Orozco vende arepas y postres venezolanos preparados por pedido desde su apartamento. Antes los vendía en el parque La Floresta, pero no le iba tan bien.

Orozco no puede practicar medicina en Medellín porque no tiene su expediente escolar ni su diploma en Colombia. Dice que como el gobierno venezolano no quiere que los doctores huyan del país, su universidad se niega a darle copia del expediente. Sin esos documentos, no tiene cómo practicar en su nuevo hogar.

Aún así ha conseguido pocos pacientes a los que atender con visitas a domicilio. Tiene siete pacientes a los que ve gratis.

“Voy a sus casas,” dijo Orozco. “Hay veces que me llaman y me dicen que no tienen ni mil pesos para pagarme la visita pero consigo como ayudarlos por teléfono.”

Él espera obtener su expediente pronto para poder revalidar su título en Colombia. Por ahora, busca cualquier manera de ganar dinero para mandarle a su esposa y a su hijo que aún están en Venezuela.

Orozco demuestra la otra cara del problema: cuando falla por completo el sistema médico, sufren tanto los pacientes como los proveedores de salud.

Por los Cuatro Costados

“Yo no vine a Colombia a hacerme rica ni nada,” dijo Marbis Georgina. “Yo sólo vine a buscar la salud de ellas. Es lo único que yo le pido a Dios todos los días de mi vida. De que mis niñas estén bien, de que mi hermana esté bien.”

La familia cena junta todas las noches, cuando los niños llegan de la escuela y los adultos terminan de trabajar. No tienen suficientes puestos en la mesa para que todos coman a la vez, así que comen en dos tandas — primero los niños, luego los adultos.

Esta noche Alma ha sufrido de síntomas epilépticos. Se toma su medicina y se va a dormir. Los otros niños la siguen pronto. La familia comparte cuatro colchones para dormir.

Marbis Georgina aún tiene esperanzas de criar a sus hijas en Venezuela. Dice que quiere que sus niñas conozcan su bello país, el cual según ella es el mejor del mundo.

Los niños de la casa no están completamente de acuerdo. La hija de Jorlis, Maria, aún recuerda el hambre que sufrió en Venezuela.

“El otro día le dije, jugando, ‘mami vamos a hacer las maletas que yo me voy el fin de semana para Venezuela, vámonos’” dijo Marbis Georgina.

Su sobrina le dijo que no — que no quería comer más frijoles y lentejas, como lo hacía en Venezuela.

“Aquí como bien,” dijo su sobrina. “Allá paso hambre.”

A young girl sits in a large chair holding her favorite stuffed animal, a bunny A close up of a stuffed animal bunny in a child’s hands

Izquierda: Marbis Georgina y Jorlis preparan arepas para la cena familiar mientras Maria y Alma juegan detrás de ellas. Derecha: Marbis Georgina le da medicina a su hija Alma para tratar sus síntomas de epilepsia. Dice que el medicamento tiende a darle sueño a Alma.

La familia Verenzuela lucha por tratar sus problemas médicos por falta de dinero y estatus legal en Colombia. El gobierno sólo acepta solicitudes del PEP de venezolanos con pasaporte sellado que hayan ingresado al país antes del 17 de diciembre. Si Marbis Georgina consigue papeles para sus niñas, podrán tener acceso al sistema de salud público de Colombia.

Según Vitola, no habrá otra ronda de solicitudes del PEP hasta julio.

Sin el PEP, Jorlis, su esposo Eucletus y sus hijos no podrán acceder a la ayuda del gobierno. Dependen de la ayuda de las ONGs y sólo pueden ser vistos por doctores colombianos en casos de emergencia.

Por ahora, los venezolanos indocumentados con problemas de salud están atrapados en el limbo.

“Yo quisiera que el gobierno, el gobierno Colombiano, apoyara más los casos de salud,” dijo Marbis Georgina. “Que hicieran fundaciones, porque nosotros no vinimos a quedarnos en Colombia. Nosotros tenemos la esperanza de que nuestro país se va a resolver y que vamos a tener una bonita Venezuela, como antes.”